¿Vida después de la muerte?

por | 3 diciembre, 2012

Hace algunas semanas participé en representación de la AECH en el programa “Hazte Cargo”, emitido en el canal de la Televisión Nacional Evangélica (TNE). El capítulo se titula “¿Vida después de la muerte?”. Aparezco como segundo invitado, a partir del minuto 13.

[Actualización, mayo 2013: Vimeo cambió sus políticas, y nuestro dominio aech.cl no tiene permisos para incrustar el video en el post. Para ver el video, debe ir diretamente al sitio de Vimeo con el enlance «VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE, HAZTE CARGO«. ]

Lo dicho, dicho está. Están invitados a ver el video y sacar sus propias conclusiones de la entrevista. Sin embargo hay varias cosas que agregar…

Sería interesante explayarme aquí y agregar muchas cosas adicionales, ya que el conductor del programa y capellán evangélico anglicano de La Moneda, Alfred Cooper, muchas veces cortó algunas ideas o saltó rápidamente a otras preguntas u otros temas sin que realmente se pudiera profundizar en ninguno de ellos, tal vez limitados por el tiempo de la televisión, que es siempre escaso.

También siento que sería injusto que yo acá tenga una “última palabra” en una instancia donde el propio Alfred Cooper no puede directamente opinar o rebatir en el artículo, pero siempre los comentarios están abiertos para que él pueda “hacerse cargo” de sus dichos, comentando o contra-argumentando si así él lo desea, es libre de participar.

Sin embargo, aunque Alfred Cooper invita a “hacerse cargo” de sus dichos a cada uno de sus invitados, durante el programa él directamente intercala comentarios y afirmaciones en forma bastante gratuita, sin realmente hacerse mucho cargo de lo que dice. Y por ello, en este post, voy a tomar algunas de esas afirmaciones y a analizarlas, y veremos qué se puede sacar en claro de ellas.

Las investigaciones de Raymond Moody

En el minuto 16, respecto de las “evidencias” de una vida después de la muerte, Alfred Cooper afirma:

“[…] muchos dirían que sí tienen mucha evidencia; incluso un Moody, Raymond Moody, que mencionamos recién [en la entrevista anterior] ha hecho muchísimas investigaciones, hasta por ejemplo medir el peso de un alma, que desaparece, se va y muchas experiencias. Quizás no son con nuestra razón no son medibles de esa manera, como estás diciendo tú, pero pudiéramos decir que hay mucha evidencia de que algo pasa…”

De partida, si algo como el alma tiene peso (masa gravitatoria) y el “peso de un alma” es medible, en tal caso el alma es algo físico, demostrable, medible y por lo tanto, investigable a partir de la razón y la ciencia. Es curioso que el Sr. Cooper diga que un alma se pueda pesar y al mismo tiempo que eso no sea una prueba completamente analizable desde el punto de vista de la razón…Pero ¿quién es Raymond Moody? ¿Pesó él un alma? ¿Demostró él la vida después de la muerte?

Raymond Moody es un psiquiatra y licenciado en filosofía que ha escrito libros muy populares en ciertos círculos como “Vida después de la vida” y  “Regresiones”. También se han hecho películas que exponen sus ideas y el material de sus investigaciones. Su campo de estudio está relacionado con las “ECM” (Experiencias Cercanas a la Muerte), también conocidas como “Near Death Experiences” (NDE, por sus sigla en inglés).

Si bien Moody ha recopilado muchos “relatos” de personas que han estado clínicamente muertas por un corto lapso o que casi han muerto, relatos en los que se repiten temas como la visión de un túnel de luz, sentirse acompañados, observar la escena desde fuera del cuerpo, etc., llegamos a un primer problema típico de este tipo de temas “esotéricos”: que las pruebas en este caso son únicamente testimonios de personas, por lo tanto de partida todo esto es subjetivo.

Además es un hecho que un cerebro muriendo (o casi muerto) está en un estado anómalo: tiene problemas de oxigenación, está sometido a una sobrecarga anormal de hormonas, toxinas, medicamentos, etc., y en un escenario así todo tipo de experiencias anómalas son más que esperables. Obviamente los que de verdad mueren no tienen oportunidad de contarnos cuán extrañamente se comportó su cerebro durante esos últimos instantes, pero quienes casi lo hacen sí pueden hacerlo. Por ello la única conclusión segura que se puede hacer es que un cerebro en condiciones anómalas (como en un episodio de casi muerte) tiene experiencias anómalas. Sin embargo, se puede especular por qué muchas experiencias sí coinciden, entonces ¿hay algo real en ellas más allá de un cerebro agonizante alucinando? ¿Están esas personas realmente dando un vistazo a una vida más allá del cuerpo?

Lo interesante es que Moody, como psiquiatra, presenta sus pruebas como científicas, y por lo tanto no está ajeno al “peer review” (revisión de pares) de otros psicólogos, psiquiatras y especialistas, como lo hizo James E. Alcock. La conclusión de Alcock respecto de los datos y experimentos de Moody fue que no eran convincentes por cuanto ni siquiera venían de las propias personas que vivieron la experiencia, sino del personal médico que reporta si un paciente dice haber tenido tal experiencia, lo cual de partida pone en tela de juicio la exactitud y calidad de esas pruebas ofrecidas.

Por otra parte, cabe preguntarse si tal tipo de experiencia anómala es algo que sólo la “muerte” puede causar, o es simplemente un fenómeno general del cerebro que nada tiene que ver con la muerte o una vida después de la muerte. En esta línea, en un artículo de la revista “Skeptical Inquierer” (volumen 4, No. 20, julio/agosto de 1996) respecto de los fenómenos de “Experiencias Cercanas a la Muerte” se reporta que:

“[…] el contenido subjetivo de las ECM no son para nada únicas al momento de la muerte. Los elementos básicos de una ECM son comunes a las alucinaciones de variados tipos. Por ejemplo, se encuentran en los estados alucinatorios por drogas psicodélicas, episodios de psicosis, episodios de migraña y ataques epilépticos (Siegel 1992; Blackmore 1991, 1993; Beyerstein, en la prensa). Experiencias similares han sido reportadas en una sorprendentemente alta tasa en aquellas personas que entran en pánico en desastres naturales, cuando ellos están psicológicamente traumatizados pero no en un peligro físico real (Cardeña y Speigel 1993)”

Fuente: http://www.thewarfareismental.net/b/wp-content/uploads/2011/04/skeptical-inquirer-marias-nde.pdf

Por lo tanto al revisar los detalles de las ECM, se ve que hay un fenómeno real en la mente, pero la existencia del fenómeno no prueba que esté conectado causalmente a una vida trascendente después de la muerte. Al contrario las pruebas apuntan a que la explicación es un funcionamiento anómalo del cerebro, ni más ni menos.

Ahora, para demostrar que las percepciones de la persona en ECM no son un cerebro fallando sino la mente y la conciencia viviendo más allá de la vida del propio cuerpo, se requeriría conseguir pruebas de que la mente es capaz de funcionar fuera del cuerpo en forma real y no como una alucinación.

Se ha propuesto dejar mensajes o claves en lugares altos que no son visibles para quienes están en la habitación o quirófano a altura normal, pero que únicamente serían visibles para alguien que efectivamente “flota en el aire” viendo la escena desde arriba. Si una persona vive una ECM a través de la experiencia de estar “fuera del cuerpo” y realmente viera el cartel, podría reportar cuál era el mensaje específico. Si hubiera una gran cantidad de casos exitosos de ECM donde esta prueba fuera un éxito contaría como evidencia de que de alguna forma la consciencia de la persona sí estaba viendo desde arriba algo que en forma alguna podía ver o adivinar desde el nivel de la habitación, y por lo tanto no se puede explicar como una simple alucinación.

¿Han logrado los promotores de la ECM proporcionar una evidencia así de convincente en uno o más casos? No, nadie lo ha hecho hasta ahora, y por ello la ausencia de este tipo de evidencia o similares que descarten la “hipótesis biológica” de las ECM es evidencia de “ausencia” del fenómeno de “vida después de la muerte”. Toda la evidencia apunta a que la mente y la conciencia no pueden vivir fuera del cuerpo, y por ende, no pueden sobrevivir a su muerte.

¿Tiene peso el alma?

¿Y qué hay de pesar el alma? Investigando esa declaración, no hay nada que indique que sea Raymond Moody quien realizó tal investigación, por lo que puedo afirmar directamente que el Sr. Cooper está “mal informado” al respecto. Quien sí realizó una investigación al respecto fue el fisiólogo Duncan MacDougall, quien en 1901 llegó a la conclusión que “el alma pesaba 21 gramos” en base a un experimento. Sin embargo, las pruebas que hizo fueron tan mal controladas, que científicamente no tienen validez. Esto fue investigado detalladamente en el post “¿Pesa el alma 21 gramos?” del blog Proyecto Sandía, donde queda claro que esta “evidencia” no tiene valor suficiente para demostrar la “afirmación extraordinaria”, no como Alfred Cooper simplemente afirma sin “hacerse cargo”.

Tomando en cuenta todo esto, las “muchísimas evidencias” que el reverendo Alfred Cooper menciona como pruebas “concluyentes” de la existencia de una vida después de la vida, o al menos de que algo sobrenatural realmente pasa al morir, resulta que se esfuman en el aire, y quedan en nada cuando se examinan más de cerca.

De existencialista a creyente: ¿Qué demuestra la conversión de Jean Paul Sartre?

En el minuto 22, Alfred Cooper “pregunta”:

“Coméntame esto, Dany, por último: Jean Paul Sartre pensaba mucho como tú. Existencialista, decía “yo vivo, por lo tanto tengo que hacer algo con mi vida” pero lo que se fue acercando a su fin y se dio cuenta que en realidad no había razón alguna por tener que vivir así ¿Pero qué paso? ¡Se convirtió a Cristo, al final, y trascendió esta vida! Dan, MUCHISIMAS GRACIAS por estar con nosotros… [fin de la entrevista]”

Esa es una jugada maestra retórica, pero lamentablemente una triquiñuela no muy honesta: Alfred Cooper “plantea” una pregunta donde hace afirmaciones de implicancias profundas respecto del tema en cuestión, pidiendo que se lo comente, pero cuando “termina” de hacer su pregunta, termina la entrevista y no da espacio para responder. ¡Cuek!

Las “historias de conversión” son un argumento popular usado por los apologistas: si alguien famoso por su no creencia, su ateísmo, su rechazo por la religión, reconocido por ello, al final de su vida “comprende” que estaba equivocado y se “convierte”, tal hecho se usa como un argumento para indicar que entonces el cristianismo sí es algo real.

Historias de conversión en el lecho de muerte hay muchas, y a muchos prominentes no-creyentes se les adjudica historias de conversión a último momento, pero en su mayoría son falsas, a pesar de que los creyentes las repiten con insistencia, sin nunca validar si tal conversión fue real. Hay quienes postulan que Jean Paul Sartre nunca se convirtió al cristianismo. Pero resulta que en el caso de Jean Paul Sartre, su “historia de conversión” tiene supuestas bases reales: se supone que Jean Paul Sartre dijo:

“No siento que soy el producto del azar, una mota de polvo en el universo, sino alguien que era esperado, preparado, prefigurado. En breve, un ser quien solamente un creador pudo poner aquí; y esta idea de una mano creadora se refiere a Dios”

Esta extraña confesión resulta que no viene directamente de labios de Sartre (en video o audio), sino de una entrevista que le hizo su amigo Pierre Victor, a quien Sartre le habría dicho esto, y luego Pierre Victor publicó en el semanario francés Le Nouvel Observateur. Lamentablemente transcripciones de esa entrevista no muestran esa cita, por ejemplo la realizada por el diario El País en varios capítulos (capítulo 1, capítulo 2capítulo 3capítulo 4capítulo 5)

Ahora ¿Dijo Pierre Victor la verdad, dijó Sartre realmente eso? No es claro. ¿Suena eso a una conversión al cristianismo, al dios cristiano, a Jesús? No, para nada. Pero para efectos del argumento, supongamos que sí lo hace. Supongamos que Jean Paul Sartre abrazó expresamente el cristianismo al final de su vida ¿Qué demuestra eso?

El problema del argumento de la “conversión en el lecho de muerte” es su validez. La base del  argumento es:

  • Premisa 1: El personaje X es/fue conocido por ser un escéptico / librepensador / ateo / agnóstico / racionalista / no creyente durante casi toda su vida.
  • Premisa 2: Antes de morir, X se convirtió al cristianismo en forma sincera, absolutamente convencido de que el cristianismo es la verdadera religión.
  • Conclusión: Por lo tanto eso demuestra que el cristianismo/Dios cristiano es real.

¿Es tal argumento válido? O al contrario ¿Es posible que esas 2 premisas sean verdaderas y aun así su conclusión sea falsa?

Para poner a prueba la validez lógica de un argumento, la forma más simple es preguntarse si es posible que todas las premisas del argumento sean verdaderas, y simultáneamente su conclusión pueda ser falsa. Si esto es siquiera posible, entonces el argumento es inválido, y por lo tanto no sirve como una demostración de la veracidad de la conclusión que pretenden vendernos.

En el caso de los argumentos de conversión en el lecho de muerte, la forma más simple de ponerlo a prueba es ver si demostraría la existencia de algún otro Dios o la validez de otra religión que no sea la cristiana. Dicho de otro modo suponga que:

  • Premisa 1: Richard Dawkins es un prominente ateo/agnóstico, conocido por su desprecio a las religiones y por no creer en la existencia de ningún dios.
  • Premisa 2: Richard Dawkins está a punto de morir, y en ese instante se convierte con toda sinceridad al islam y proclama públicamente (grabado y transmitido en vivo) de que Allah es dios y que Mahoma es su profeta (bien que Xenu es Dios y que la cienciología la verdadera religión)
  • Conclusión: Por lo tanto, Allah es demostradamente el dios verdadero y el islam la verdadera religión (o bien, que Xenu existe y que la cienciología es real).

Si las dos premisas fueran ciertas (la primera lo es, supongamos que la segunda lo fuera) ¿Visualiza Ud. a filas de ateos, agnósticos, católicos, evangélicos, cristianos fundamentalistas y personas de cualquier otra religión aceptando al islam y Allah (o la cienciología y Xenu) como verdaderos a causa de ESE argumento? No, ¿verdad? Porque aunque las premisas 1 y 2 sean totalmente verdaderas en modo alguno eso demuestra que la conclusión lo sea, cosa que es especialmente evidente para un cristiano. Es decir, es perfectamente posible que el más duro de cabeza ateo se convierta a cualquier religión (nadie es perfecto), pero aun así tal religión (y “el “ o “los dioses” que adoran) pueden ser perfectamente falsos e inexistentes.

Por lo tanto, todas las historias de conversiones en el lecho de muerte son lógicamente inválidas para demostrar la conclusión que el cristianismo (o cualquier religión) y sus dioses son ciertos y reales por ese motivo.

Dicho de otra forma, da lo mismo si un no-creyente se convierte sinceramente a cualquier religión, ese solo hecho no demuestra en forma alguna la veracidad de esa religión ni la existencia de sus dioses.

Y así terminó la entrevista, con una jugada no muy limpia de la retórica, sin poder responder, con el anfitrión y conductor del programa, Alfred Cooper, presentando un argumento lógicamente inválido como el gran cierre de sus razones para creer que el cristianismo es real, y que su visión del cielo y vida después de la muerte son reales.

¿Vida después de la muerte? El veredicto escoces dice…

Mi conclusión es que, con ninguno de estos argumentos, Alfred Cooper está siquiera cerca de demostrar la realidad y veracidad de la vida después de la muerte, ni tampoco del cristianismo, pero esa es otra historia. Sería interesante invitar a Alfred Cooper al programa “Hazte Cargo” no como conductor, sino como invitado, y que se hiciera cargo de explicar en detalle estos y muchos de sus dichos, pues “el diablo” está en los detalles, y claramente los detalles no apoyan al capellán de La Moneda.

Y en cualquier caso ¿me gustaría que existiera vida después de la muerte? Sí, sin lugar a dudas. Morir “apesta”, y excepto por los suicidas, supongo que casi nadie quiere morir, y yo me incluyo. Pero el hecho de que la idea de morir no me guste, no significa que se pueda aceptar tal posibilidad livianamente (de hecho ¿Cuál de ellas? ¡Hay demasiadas diferentes donde elegir!), pues para aceptar racionalmente una de ellas, se requiere que haya pruebas reales de que tal lugar, estado o fenómeno no sólo existe en la imaginación de los creyentes, sino que además es un lugar real.

Son los creyentes en la vida después de la muerte quienes tienen la carga de prueba. Como escéptico, estoy abierto a explorar la evidencia, pero hasta ahora, sólo queda adoptar el veredicto escocés de “no demostrado” para todas las alternativas.

Y dado que Alfred Cooper se interesó mucho en cómo conocer la realidad ¿Debemos asumir lo sobrenatural sin pruebas que demuestren que tal cosa realmente existe? James E. Alcock escribió un artículo titulado “Give the Null Hyphothesis a Chance” que explica cuándo deberíamos comenzar a suponer que algo que no vemos realmente existe, en vez de simplemente aceptar la «hipótesis nula«