Cerdos: si no te matan, te mandan al infierno

por | 16 septiembre, 2011
Chanchito reilón
[original]

Siempre me he preguntado por qué los judíos y los musulmanes no comen cerdo. En nuestro mundo occidental actual, no es «políticamente correcto» hacerse ese tipo de preguntas, pues tenemos que amarnos y respetarnos por lo que somos y tendemos a aceptarlo como parte de su cultura.

Adelanto desde ya que este artículo no tiene el ánimo de criticar el hecho de no comer cerdo. Estamos en una sociedad libre y come (o deja de comer) cerdo el que quiera. Aquí simplemente se cuestiona la lógica para no comerlo.

Orígenes de la superstición

No se sabe exactamente la causa del por qué no comer cerdo, pero algunas que son más aceptadas, que las mencionaré a continuación.

Si volvemos algunos milenios en el tiempo, nos encontraríamos con seres humanos en la era del bronce, donde el mundo era un lugar hostil, listo para matarte ante la menor provocación. Un mundo así asusta. Lugar perfecto para que se originen tradiciones y libros sagrados, ya que la superstición ahí «la lleva».

Es sabido que en aquellos tiempos la triquinosis (enfermedad parasitaria incurable que ataca humanos) era un problema muy grave a lo largo de todo el Medio Oriente y, a pesar de las explicaciones supersticiosas y divinas que se le atribuía a la plaga, finalmente, por medios pragmáticos (casi científicos), se llegó a la conclusión de que los parásitos que causaban la enfermedad se reproducían en la carne de los cerdos.

Luego de este descubrimiento, lo complejo era hacer con que la gente dejara de comer cerdo. En aquellos entonces no existían pesticidas y la comida era algo difícil de conseguir. Por lo tanto, un cerdo era una posesión valiosa. Trata de convencer a un judío muerto de hambre que no se coma ese cerdo que tanto le costó engordar. Aunque que le creyeran la lógica de que el cerdo te puede enfermar, siempre creerían que le pasará al vecino y nunca a ellos. Es una parte de la lógica humana de la que aún no nos libramos.

El “te puede pasar” claramente no era suficiente. Era necesario algo que los asustara aun más que una enfermedad incurable. Como siempre, era cuestión de tiempo hasta que Dios entrara a la ecuación y “ordenara” por sus métodos usuales que no se consumiera este animal por esas razones misteriosas, que casi siempre viene por un tema de gusto de esta entidad.

Y miren como habla bonito Dios:

  • Levitico 11 de la Biblia:

Animales limpios e inmundos.
11,4: Pero de los que rumian o tienen pezuña, no comereis estos:…
11,7: Tambien el cerdo porque tiene pezuñas y es de pezuñas hendidas, pero no rumia, lo tendreis por inmundo.
11,8: De la carne de ellos no comereis, ni tocareis su cuerpo muerto; los tendreis por inmundos.

  • Y Deuteronomio 14:

Animales limpios e inmundos
14,3: Nada abominable comerás
14,4: Estos son los animales que podreis comer: el buey, la oveja, la cabra,
14,5: el ciervo, la gacela, el corzo, la cabra montes, el ibice…

Realmente asustador y con una justificación es realmente muy sólida. Tanto es así, que los antiguos judíos dejaron el consumo del cerdo y el problema se controló. Dios habló y el pueblo judío se salvó. Y todo esto está muy bien… ¡2 o 3 mil años atrás!

Mundo moderno

Hoy en día, con refrigeración, conservantes, colorantes y todos los demás «antes», comer cerdo es de lo más seguro que existe. De hecho, el filete de cerdo posee muy poca grasa y es muy nutritivo, así que también puede hasta llegar a ser sano. La grasa de cerdo puede ser muy dañina, es verdad, pero es bastante simple separarla de la carne. La carne de cerdo, de hecho, si se separa bien, tiene menos grasa que la carne de vacuno.

De los cientos de reglas y mandamientos de la Biblia, al final cada uno decide cuáles sigue, pues ésta se contradice en más de un punto. De hecho, soy de la postura que existen millones de tipos de cristianismo, ya que veo siempre que – y en esto los católicos son campeones – cada uno elije los versículos que sigue y simplemente ignora otros, haciendo caso omiso a nivel consciente por no encontrar que tienen sentido.

Otro tema son los judíos y musulmanes, que siguiendo el mismo libro decidieron ponerle atención a estas órdenes. ¿Pero por qué los musulmanes y judíos se aferraron a este mandamiento en particular con tanto ahínco? Es un tema que puede ser ampliamente discutido, pero la verdad es que me quedo con el «porque sí».

Come lo que quieras

Comer cerdo es una opción. Yo, por ejemplo, no como pimentón. No me gusta. Entonces, si no te gusta el cerdo, no te lo comas. Si encuentras que tratan mal a los cerdos, no te lo comas. Si solo comes carnes blancas, no te lo comas. Si no comes porque encuentras fea la carne, no te lo comas. Y si crees que Dios te va a castigar por comer cerdo, no te lo comas. A mí me da igual (no soy accionista de Super Cerdo por si eso creías).

Pero la falta de lógica es patente. Y yo tengo esa mala costumbre de creer que las acciones que uno toma deben estar basadas – hasta los límites de lo posible – basadas en la lógica. Si vas a dejar de hacer algo que te gusta, hazlo por una buena razón. Por ejemplo, dejar de tomar porque te destruye el hígado y engorda, probablemente sea una buena decisión. Dejar de fumar, igual. Sin embargo, no comer cerdo porque un libro de miles de años de antigüedad lo dice no cualifica como buena razón. No comértelo porque seres humanos viviendo en condiciones higiénicas infrahumanas se enfermaban al comerlo no es razón para no comerlo hoy en día.

Y ni mencionemos aquí la costumbre de no comer carne con lácteos, que rinde casi para un artículo separado…

Juicio Final

Tengamos un poco de pensamiento crítico. Los orígenes del cristianismo, islamismo y judaísmo vienen todos de una fuente común: el antiguo Testamento. Por algo se les dice religiones “abrahamicas”. Por lo tanto, es de suponer que todos vamos a parar al mismo cielo y al mismo infierno (aunque estamos claros que los detalles cambian harto y depende hasta de si la denominación en cuestión cree o no en el infierno, pero simplifiquemos el tema para no extendernos en este punto).

En este contexto, en mi supuesto juicio final se va a hablar de lo que hice y dejé de hacer en la vida y si eso me hace merecedor de qué tipo de recompensaso castigos. En este contexto, tiendo a dudar que mi dieta vaya a ser objeto de discusión.

Con mi mentalidad occidental, tiendo a imaginar la entrada al cielo como siempre lo han mostrado en dibujos animados: una fila enorme a las puertas del cielo con sólo San Pedro en la entrada mirando los «Currículum Vitae» de las almas para ver qué tan buenos son y si son dignos de pertenecer al Reino de los Cielos.

Haciendo la cola en las nubes estamos todos: musulmanes, ateos, cristianos agnósticos y judíos. Al fin, llega el turno de un tipo con un estilo medio Ned Flanders (sólo que judío). Al aproximarse de la casilla de San Pedro, entrega su currículum y la autoridad burocrática mira su currículum, sorprendiéndose con lo que ve:

– Nunca robaste, nunca fuiste deshonesto, honraste tu padre y madre, te casaste virgen, siempre donaste dinero a la Teletón, adoptaste un niño africano y un perro callejero, fuiste valiente y sincero y nunca dudaste de tus convicciones. Eres un tremendo tipo, Ned. De verdad. Parece que irá bien por aquí. Pase por aq…. espera… ¿qué es esta observación al final de tu currículum? ¿Comiste cerdo? ¿No leíste la Biblia? ¡Son animales inmundos!
– Pero es que era un canapé. No sabía qué tenía.
– ¡Las excusas solo agravan la falta! ¡Te fuiste al infierno huevón!

Volviendo a la realidad

Conclusión: no tiene el menor sentido mortificarse hoy en día por un bocado de rico cerdo. A fin de cuentas, es limpio, es seguro y es rico. Y lo mejor: si es que se da la escasa probabilidad de que el Dios en el que creen exista, ¿crees que se va a molestar por el hecho de que hayas comido cerdo? Si es que lo crees, debo decir ese no es un Dios al cual yo quiera conocer.

A fin de cuentas, te da para reflexionar: si el cerdo te hace mal, ¿por qué Dios lo hizo tan rico? Algo en que pensar, mientras vas en camino a comer un lomito a la Fuente Alemana…