Develando los misterios de la Gnosis

por | 17 marzo, 2011

Hace unos años, cuando aún era un estudiante con mucho tiempo para dedicarle a cosas estúpidas, con mi amigo Travieso nos propusimos, no me acuerdo por qué razón, develar todos los misterios de las sectas ocultas presentes en Temuco. Para esto, se nos ocurrió que lo más lógico era simplemente ir y hacerse parte de las sectas, para entender de qué se trataban y básicamente saciar nuestra curiosidad. Ambos teníamos una sólida barrera de racionalidad que nos impedía creer cualquier patraña que nos dijeran, por lo que un posible lavado mental no era ni siquiera una posibilidad a considerar, es decir, íbamos sin ningún miedo a nada ni a nadie. Simplemente íbamos a ir, a meternos y a sacarles el rollo. Ni los espíritus, ni las energías, ni los males de ojo existen así que eso daba absolutamente lo mismo. Sin embargo, sabíamos que el asunto sería al menos interesante y sobre todo intrigante.


Bueno, empezamos por la famosa Gnosis.


En Temuco tenían una sede en el centro, no recuerdo bien en qué calle, puede haber sido Montt o una paralela a esa. Yo había escuchado de conocidos que habían ido a Gnosis, que se desdoblaban, que contaban que la hueá era increíble, que era verdad, qué se yo… al tiempo, los amigos del personaje empezaban a contar que el tipo estaba cambiado, que hablaba todo el día de la gnosis y no tenía otro tema, que según el loco solucionaba todos los problemas de la vida desde el resfrío hasta la depresión, que te empezaba a invitar «porque te va a hacer bien»… bueh… una secta.

Llegamos con algo de timidez a la sede, que era una oficina y un par de salas de clase. Un tipo nos recibió muy amable, y al comentarle que queríamos saber de qué se trataba, que cuándo podíamos ir, qué se yo… se le abrieron los ojos, llamó a alguien, nos llenó de revistas y folletos y 40 segundos más tarde estábamos en una sala con una tipa haciéndonos nuestra primera clase de inducción a la Gnosis. Intrigados, pusimos atención para ver de una vez por todas de qué se trataba el tema. Esto se ponía interesante rápidamente.


La tipa, y eso fue lo que hizo comenzar todo mal, tenía una inolvidable y dramática cara de pava, con una expresión inocentonta, media turnia y con los dientes increíblemente parados. Hablando muy livianamente comenzó a bombardearnos de información acerca de lo que era la Gnosis:


«…La Gnosis es una recopilación de toda la sabiduría de las antiguas escuelas, por eso es llamada la Doctrina de la Síntesis, y desvela todos los Misterios de la humanidad a través del Quinto Evangelio…»

Yaaaaaa…?

«La Esencia que cada uno de nosotros lleva en su interior viene del Cielo, más exactamente del Tercer Orden de mundos, que es la Vía Láctea, donde resuena la nota musical LA.»

Los conceptos sin sentido surgían y surgían, dejando por cada frase unas 50 posibles preguntas sin respuesta las cuales tenía que acallar mordiéndome la lengua (recuerden que intentábamos parecer efectivamente adoctrinados para adentrarnos en sus fascinantes misterios)

«El Venerable Maestro Samael nos habló mucho del Conde de Saint Germain. Nos cuenta por ejemplo que tiene don de las lenguas y habla correctamente todos los idiomas de la tierra. El podía transmutar el plomo en oro y fabricaba diamantes vivificando el carbón. Tenía en esa época cerca de 2000 años.

Vivificando…plomo en oro…2000 años…oye pero…

«…y ustedes pueden alcanzar la Perfección usando su magia interna, la cual se basa en la energía creadora del Hombre, la cual se almacena en su semen…»

Yo como que de reojo le pegaba una que otra mirada a mi compañero, pa ver qué cara tenía, tenía la misma cara de tarado que seguramente tenía yo… una mezcla de incredulidad disimulada con cara de “bueno… pero… pero…”

«…El Conde de Saint Germain aún vive en su cuerpo físico, él recibió su poder del Elixir de la Larga Vida…»

Los minutos pasaban y realmente a esta altura ya cachábamos los dos que esta fascinante mierda iba más por el lado de la chifladura que por el de cualquier otra cosa.

«La Ley del Equilibrio, o Ley del Karma y Dharma está dirigida por el Jerarca Anubis y sus cuarenta y dos Jueces de la Ley, pero eso lo veremos en la próxima clase, ¿qué día pueden venir?»

«Eeeeh…. » nos miramos nerviosos, «Eeeel… jueves?, ya, el jueves, sí, ya, chaíto entonces, nos vemos…»

Dejamos nuestros datos (falsificados, obviamente) que nos pidieron para contactarnos, nos llenaron de más folletos para estudiar para la próxima clase y nos fuimos lo más rápido posible de ese horrendo lugar.

Entre incómodos, avergonzados y meditabundos caminamos yo creo que unas tres cuadras sin pronunciar palabra alguna. Con nuestro silencio quedaba tácitamente acordado en forma unánime que todo nuestro plan de infiltración quedaba oficialmente abortado, y que la experiencia nos hacía desistir impajaritablemente de todo intento posterior de infiltración en cualquier otra cosa de este tipo.

Habríamos caminado unas 4 cuadras cuando Travieso recién se animó a pronunciar algo para romper el hielo:

-Oye…

-Ah…

-¿Dijo «semen»?