El mundo no se acabó y el mambo prevaleció

por | 2 diciembre, 2012

Ya pasó la navidad y el fin del mundo aún no llega. Dicen que en Chile todo llega atrasado, entonces siempre existe la posibilidad de que aún lleguen catástrofes a nuestro país… pero por el momento, todo parece estar tranquilo. Muchos chantas deben estar decepcionados.

Dada la importancia de la fecha que se venía anunciando desde hace años, la AECH tomó la decisión de reunirse el  21 de diciembre recién pasado para ver si el mundo se acababa o no. Resulta que parece que no, aunque siempre existe la posibilidad de que el universo haya sido destruido ese día y otro idéntico haya sido creado inmediatamente después. La verdad es que nosotros, humanos poco iluminados, no nos dimos cuenta de nada.

No hubo cambios de energía medibles (sea lo que signifique eso),  no se siente un paso a la quinta dimensión, no nos chocó ningún planeta ni cometa, el Sol ha brillado bien (ningún día de oscuridad hasta la fecha), los alienígenas volvieron a postergar la invasión y, si hubo un cambio de vibraciones, ningún instrumento ha sido capaz de medirlo.

Sin embargo, hay que reconocer que no fue una jornada cualquiera: fue el día más largo del año en el hemisferio sur terrestre gracias al solsticio de verano, mucha gente se dio cuenta al día siguiente que estas profecías (que no provenían  de los mayas, sino que de charlatanes varios) no pasaban de basura y que se acabó la era de los chantas… o al menos ese era el optimista logo del evento que la AECH organizó en la discoteque Chocolate.

La verdad es que la era de los chantas está lejos de terminar, pero al menos uno de los caballitos de batalla de la superstición en los medios de comunicación ha sido desmitificada de la forma más obvia de todas: el mundo no se acabó y, hasta donde se tenga noticia, no hay ningún cambio importante medible luego de ese día. Es decir, ya quedó en la historia como una fecha para la risa.

En ese día tan especial, la AECH no solo se dedicó a carretear y a cambiar la conciencia de sus miembros y simpatizantes a base de sustancias estupefacientes (de las legales, que quede claro), sino que también hubo mucho trabajo de por medio.

Por ejemplo, aprovechamos el evento para premiar en vivo a los mayores chantas del año 2012 en el evento, dándole un diploma de reconocimiento a cinco afortunados, en las siguientes categorías:

Premio Falsatín al Guaripola Mayor de los Chantas: Sergio Schilling, por traicionar sus propios estudios e investigaciones en el área de la psicología, para dedicarse a la difusión del pensamiento mágico, haciendo pasar sus ilusiones por magia real y, para colmo, con fines lucrativos.

Mayor Tongo del año: Pedro Gaete y la predicción de terremotos, por ejercicio sobrenatural de su no-profesión de Ingeniero Eléctrico, al intentar predecir terremotos utilizando un método tan imaginario, como las ondas escalares-vectoriales que EE.UU. nos envía con el HAARP.

Mayor programa charlatanesco de la TV: Psíquicos, de Chilevisión, por realizar la exposición más fome y repetitiva de experimentos experimentos erráticos y mostrarlos como si fueran indicio de poderes sobrenaturales.

Premio al mayor patrocinador de pseudociencias: Universidad de Chile, por realizar proselitismo religioso al promover el creacionismo con su seminario bíblico disfrazado de ciencia con el mameluco de Diseño Inteligente, “Origen de las especies en la Tierra: ¿Evolución o Diseño Inteligente?», olvidando su rol educativo secular.

Premio al mayor promotor de cuentos infantiles: Antonio «el cuco» Garrido, por recordarnos cómo opera el Amor de Cristo: en base a amenazas y a difundir el temor a monstruos imaginarios.

Demás está decir que ninguno de los premiados se presentó al evento, lo que es una lástima.

Luego de esto, hubo una presentación del ilusionista Samuel Guessel, quien nos entretuvo con un show de calidad en el cual demostró lo poco confiable que son nuestros sentidos y lo simple que es engañarlos. Después de todo esto, ahí sí que llegó el momento de empezar el mambo de verdad y comenzó el carrete propiamente tal.

Una de las atracciones más interesantes de la fiesta fue una cartulina que se puso en la entrada de la discoteque en la cual la libertad de expresión era ley. En el espacio, cada uno de los asistentes podía escribirle una frase a los chantas, expresando su opinión respecto a todo el revuelo que causaron por esta fecha. Las expresiones pasaron desde lo burdo y ordinario hasta deseos de paz en el planeta. Algunas de las frases más graciosas e interesantes fueron las siguientes:

          – Fin del mundo: hacer el amor, no la guerra.
          – ¿Por dónde te vai a meter las 500 botellas de agua?
          – Última noche on fire… sin polola.
          – ¡Tuve un cambio de conciencia! ¡Ah no! Era el copete…
          – ¿Y qué pasó con Nibiru?



La revancha de la razón

Además del éxito del evento, la AECH tuvo un día y tanto en los medios. A la discoteque llegaron programas como Mucho Gusto de Mega y Crystian Sánchez (presidente de nuestra agrupación) tuvo una aparición memorable en el programa En Pauta de ese mismo canal.

En la mañana siguiente, mientras muchos de los miembros pasaban la resaca (muchos de ellos camino al trabajo, lamentando el “cambio de conciencia” de la noche anterior) Fernando Frías, uno de los fundadores de la asociación tuvo una aparición también notable en el matinal Bienvenidos de Canal 13.

Esas fueron las apariciones más importantes, pero la verdad es que la AECH salió en diversos otros miembros digitales y escritos, incluyendo hasta un medio mexicano. Fue un buen trabajo de difusión del pensamiento racional ante una paranoia sin ningún fundamento científico, arqueológico ni lógico. Y los medios, sobretodo pasado la fecha, tuvieron que darnos la razón y eso ha significado una gran victoria para el sector más racional del país. Los efectos reales son difíciles de medir, pero lo importante es que el esfuerzo realizado no fue en vano.

El mundo no se ha acabado y el trabajo que queda por delante es arduo. Sin embargo, el juntarse a pasarlo bien y celebrar un falso fin del mundo es una buena forma de pasar parte del finito tiempo que tenemos en este planeta.

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