3 días y 3 noches de oscuridad: la perspectiva astronómica

por | 21 diciembre, 2012

En vista de la gran repercusión que ha tenido aquella publicación de Guioteca, que le gusta a más de 6.400 personas en Facebook y cuyo video embebido tiene cientos de miles de reproducciones, y como complemento al excelente artículo aportado por Javier Espínola sobre este tema, he optado por ampliar su contenido específicamente al área astronómica, que ciertamente es aludido en los 3 días y 3 noches de oscuridad predichos para este 22 de diciembre, por la supuesta Princesa Kaoru Nakamaru (sólo por comodidad y para evitar enredarme con nombres japoneses, usaré indistintamente la palabra “Princesa” ☺).

Partamos por contrastar y poner en contexto los hechos. Se nos dice que habrá 3 días y 3 noches de completa oscuridad, afirmación que resulta impactante, sin duda. Un semi-apocalipsis de este tipo sólo podría ocurrir si “algo” bloqueara completamente la luz solar, o en su defecto, lograra apagar al Sol o detuviera la rotación terrestre, con la consiguiente desaceleración y cataclismo ecológico. Partiendo de la base que al Sol le quedan unos 5.000 millones de años de existencia, antes que su principal combustible (Hidrógeno) se agote y comience su agonía, podemos descartar la segunda opción, pues los mecanismos del ciclo de vida solar se conocen muy bien en astronomía, y no es una razón para preocuparnos.

Podríamos pensar en muchos “algo” que logren bloquear la luz solar, desde la enorme cabeza de un extraterrestre en el espacio, a un platillo metálico como el del Sr. Burns para obligar a Springfield a usar la energía de su planta nuclear. Pero no, esta vez la explicación esotérica descansa en un “cinturón fotónico”. Retomando la cita que utilizó Javier:

“El sistema solar pasará durante ese período por un cinturón fotónico proveniente del centro de la galaxia, que chocará con los fotones que emite el sol, eliminándose mutuamente y generando así un gran eclipse. Además la cantidad de fotones en el ambiente arruinarán las redes y artefactos eléctricos, por lo que se cortará la electricidad en todo el planeta”.

Fuente: compañero de trabajo de Javier Espínola instruido en temas paranormales, posiblemente extraído de acá.

Efectivamente, la idea de un cinturón fotónico no es nueva en el mundo de lo sobrenatural, e incluso hace un tiempo escribí un artículo al respecto. Pero la procedencia “del centro de la galaxia” para nuestro cinturón ya nos trae problemas, pues se contradice con la procedencia original del cinturón, el cúmulo de Las Pléyades, como bien puede apreciarse aquí, acá y allá.

Por cierto, digno de mención me pareció el “disclaimer” visible al inicio del último link, el cual no pude resistirme a transcribirlo:

“[Nota del Editor]: Algunas de las profecías fatídicas descritas al final de esta sección pueden no cumplirse debido a la tecnología extraterrestre que puede intervenir y producir control ambiental y planetario para evitar las catástrofes.“

Tirar la piedra y esconder la mano, versión 2.0. Notable.

En fin. Sucede que cada vez que alguien sitúa la procedencia de algo “en el centro de la galaxia”, parece ignorar que el centro galáctico se encuentra a unos 30.000 años luz, donde 1 año luz es la distancia recorrida por la luz en un año, equivalente a unos 9.4 billones de kilómetros. Multiplique 9.4 billones por 30.000, y tendrá la “gran” distancia desde donde procedería nuestro cinturón, del cual no se dice desde cuándo se aproxima, a qué velocidad, o dónde se encuentra (i.e., sus coordenadas celestes). Y es que cuando alguien postula la existencia de una estructura capaz de bloquear la luz solar, al menos nos gustaría conocerla mejor, onda, conocer al verdugo ajusticiador de los impuros de alma. Pero los agoreros de este nuevo semi-apocalipsis parecen más preocupados por responsabilizar de todo a los pobres astrónomos como malvados conspiradores ocultándonos información. Por favor…

Asumamos por ahora que alguien le erró al sitio correcto por unos cuantos millones de kilómetros, que el famoso cinturón en realidad proviene de las Pléyades (a 450 años luz de nosotros) y nos acercamos a su estrella componente Alcyone (a la cual supuestamente orbitamos), ya que nuestro Sistema Solar formaría parte de ese cúmulo. Muy por el contrario, no sólo nos alejamos del cúmulo; nuestro Sistema Solar ni siquiera es contemporáneo de las Pléyades, pues éstas se formaron hace unos 100 millones de años, en plena Era Mesozoica, en tanto nuestro Sol se formó hace unos 5.000 millones de años.

Además, la mera idea de estar orbitando en torno a Alcyone, es un despropósito. Si le dio un vistazo a los enlaces de arriba que refieren al cinturón fotónico pleyadiano, en todos se menciona que orbitamos a Alcyone en unos 24.000-26.000 años. Asumiendo que es factible este tipo de desplazamiento orbital, Alcyone no sería de hecho una estrella, sino un agujero negro (por su tremenda fuerza de atracción), y por lo tanto no podríamos verlo en el cielo.

De cualquier modo, sabemos que no nos acercamos a las Pléyades. Nuestro Sol se mueve en dirección a un punto imaginario hacia la constelación de Hércules, en un desplazamiento definido por el ápex solar, de sobra caracterizado y manifestado en los moving groups (“grupos en movimiento”) y stellar streams (“corrientes estelares”), o en pocas palabras, estrellas que se mueven en un mismo sentido en el espacio, comportamiento asociado a componentes que se separaron de antiguos cúmulos estelares o defuntas galaxias enanas. Curiosamente existe un Pleiades moving group, donde lamentablemente para muchos, no se encuentra el Sol, que en cambio se estudia pueda estar dentro del Ursa Major moving group (1, 2).

Volviendo a nuestro cinturón, recordemos que es “fotónico”, compuesto por aquello de lo que está hecho la luz, ergo, debería ser visible en el cielo como un cinturón de luz, que aunque no sea visible a simple vista, sí podría serlo para telescopios, más ahora que estamos tan cerca del 22 de diciembre de 2012, y por lo tanto este cinturón ya debería estar “rozándonos”. Cabe destacar que no se brinda ningún origen ni explicación natural para este cinturón, que de por sí violaría unas cuantas leyes físicas (basta mirar la imagen de la “representación gráfica” del cinturón), a menos que nuestro profeta/Salfate/Princesa de turno nos de unos poquitos datos extra: ¿Cuál es la masa del cinturón? ¿Hay algo en su centro? De ser así, ¿el cinturón lo orbita? ¿Cuáles son sus dimensiones?

También podríamos plantearnos preguntas sobre la naturaleza del supuesto eclipse al chocar los fotones del cinturón con el Sol, ya que esta idea es expuesta de forma ambigua y antojadiza. ¿De qué manera interactúan los fotones del cinturón y del Sol que resultan en un eclipse de 3 días? ¿La duración del eclipse se relaciona con el tamaño del cinturón, su velocidad u otro factor? ¿Esta interacción fotónica acarrearía consecuencias secundarias y/o nocivas en el Sol como para inestabilizarlo? De ser así, la Princesa omite el hecho de que una cosa así podría acabar con nuestra civilización, sin importar qué tan purificadas estén tus almas o de qué Dimensión provengas… Ahora bien, dejando de lado mis aburridas interrogantes que seguramente no tendrán respuesta por los amigos pro-apagón, mención aparte merece la revelación que la Princesa recibe por seres extraterrestres (de quienes sólo sabemos que hablan japonés), y la interpretación de un salto a la Quinta Dimensión. Creo que Javier abordó bastante bien estos temas, por lo que mi único aporte sería apelar a vuestro sentido común: Si yo le dijera que mañana aparecerá un OVNI gigante en el patio de su casa, y que esta información me la dio un unicornio azul junto a mí en este momento, ¿me creería? ¿Qué necesitaría para convencerle de mi afirmación? ¿Quizás Silvio Rodríguez tiene más información al respecto?

En la práctica, un paso a la Quinta Dimensión suena como la excusa perfecta para que muchos centros de terapia mística, sanación espiritual, reiki y otras lindezas, hagan sus ofertas por purificar nuestras almas y –una vez más- hagan caer en sus redes a incautos tentados por tan jugosa oferta de acceder a una Dimensión súper pro, mientras los incrédulos se joden y, los escépticos, también.

Pero la solución es fácil: sea crítico, use su sentido común y cuestiónese. Hasta ahora la ciencia no ha comprobado que existan más dimensiones con las que podamos interactuar, y nadie puede asegurarnos que pasar por un cinturón fotónico (sin evidencias que lo sustenten), conduzca a una Dimensión X, sólo para iluminados que pusieron a disposición su credulidad (y su billetera) esperando que el místico de turno los purifique. Y, paréntesis, ¿asumiremos que ningún animalito se salvará? Si mi gata no puede pagar una sesión de purificación, ¿se queda condenada a los infiernos del mundo 3D? A veces pienso que los místicos no ven más allá de salvar sólo a seres con billetera humanos…

Por último… relájese. Usted y yo sabemos que la Princesa ya logró su objetivo, que era llamar la atención sobre el supuesto cinturón fotónico, sus supuestos poderes, sus supuestos amigos extraterrestres y su supuesta herencia al Trono. Esperemos que al menos conserve su intachable récord de entrevistadora, y algún día se permita entrevistar a los escépticos de AECH, para saber por qué nos dimos la molestia de escribir dos artículos acerca de sus predicciones. O mejor aún, que una vez pasados el 22, 23 y 24 de diciembre sin pena ni gloria, se deje entrevistar por alguien con suficiente sentido común que le haga notar que, a veces, hasta las Princesas se equivocan.

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