En memoria de: Christopher Hitchens (1949 – 2011)

por | 16 diciembre, 2011

Es difícil encontrar las palabras y el modo expresivo adecuado en ocasiones como ésta. Cuando un hombre de la altura intelectual e influencia de Christopher Hitchens nos deja, la sensación remanente en quienes nos quedamos con sus libros, columnas, debates y apariciones públicas es de un gran vacío, pero no es sólo eso. Sabes que debieses publicar algo al respecto, nobleza obliga, y por supuesto en ánimo facilista podríamos dar cuenta del suceso, sumar algunas citas célebres y salir del paso, pero no sería suficiente. No para un personal admirador, no para alguien que cree saber algo acerca de cuánto importa Hitchens, y de seguro no es lo que merece alguien que sin ser un integrante ‘formal’ de nuestro movimiento hizo mucho más por la causa y la defensa de sus principios que muchos al interior.

Cuando Hitchens publicó el año 2007 God Is Not Great, How Religion Poisons Everything (Dios no es bueno) fue sindicado como uno de los ‘4 Jinetes del ateísmo’, junto a Dan Dennet, Sam Harris y Richard Dawkins. En el año 2009 saldría a la luz su antología de ‘lecturas esenciales para el no creyente’ The Portable Atheist (Dios no existe) que incluiría algunas obras inéditas de Salman Rushdie, Ian McEwan y Ayaan Hirsi Ali.  Pero Hitch siempre quiso dejar en claro (incluso mucho antes que God Is Not Great) que él no era precisamente un ateo, sino más bien un anti-teísta. En Letters to a Young Contrarian (2001) señaló: «no sólo mantengo que todas las religiones son versiones de la misma falsedad, sino además afirmo que la influencia de las iglesias, y el efecto de la creencia religiosa es perjudicial». Más atrás en la historia incluso nos encontramos con una de sus más polémicas batallas, cuando en 1994 encendió la furia de millones de cristianos al cuestionar a la Madre Teresa de Calcuta. El film Hell’s Angel, la breve, pero potente obra The Missionary Position (¡qué gran título!) y sus columnas en Vanity Fair le valieron a la revista una serie de reclamos y la cancelación de numerosas suscripciones, incluso del staff de la misma publicación, como señala NPR.

Es precisamente por aquel cuestionamiento a la madre Teresa que pienso que Hitch representa más que a un ateo o anti-teísta, o si lo es, resulta ser la encarnación más lúcida e ilustrada del concepto, una aspiración modelo para quienes tengan la pretensión de denominarse del mismo modo. Como él mismo afirmó alguna vez, el noble título de ‘disidente’ es algo que debe ganarse y no afirmarse; connota sacrificio y riesgo más que mero desacuerdo.

 Por aquel entonces, Hitch se hizo una pregunta: ¿es la Madre Teresa digna de la imagen pública y la veneración con que es tratada? Procedió a investigar al personaje y tras acumular evidencia suficiente extrajo conclusiones y las hizo públicas. Hitchens no sólo fue capaz de realizar la crítica, sino también de hacer lucir a una personalidad aparentemente incuestionable como fanática y fraudulenta. En The Missionary Position Hitchens afirma con usual ingenio que imágenes y percepción lo son todo, y que aquellos que las controlan son capaces de determinar su propio mito, de ser considerados bajo su propio estándar de valoración. Acciones y palabras son juzgadas por las reputaciones, y no a la inversa. Cuando los escépticos se preguntan cómo debiese el escepticismo hacerse parte del debate religioso, y los más moderados señalan que sólo es pertinente en ‘apariciones’ o estatuas sangrantes, puesto son casos que se pueden investigar (son afirmaciones con respecto al mundo físico) alguien debiese apuntar a Hell’s Angel y The Missionary Position, puesto estos ejemplos no reflejan ideología o posición filosófica frente a pretensión metafísica alguna, sino más bien la búsqueda de la verdad por su propio valor.


Debates de Christopher Hitchens hay muchos, y en la red sobran los ejemplos para que alguien con algunas horas disponibles pueda aprender un par de cosas acerca de retórica y argumentación. Lo desafortunado es que Hitchens es tan categórico y devastador que sus rivales parecen no estar a la altura y el espectáculo luce como si los embates viniesen desde un mismo podio. No es por nada que en el urban dictionary se registra el término hithslap. Quizás el único que logró defender su posición con la valentía, certeza y preparación necesaria – esta es una opinión muy personal debo admitir – fue el pastor Douglas Wilson. En el film Collision se registra el tour de debates que realizaran Hitchens y Wilson tras la publicación de Is Christianity Good for the World? – una recopilación de sus intercambios por escrito con Wilson en la web Christianity Today. El duelo es de los con mejor producción, Wilson desarrolla un estilo con bastantes paralelos al de Hitchens, y el final tiene un guiño para quienes hayan visto el film ‘The Four Horsemen’. Muy recomendable.

Los más conocedores de este periodista, autor, crítico y retórico extraordinario habrán notado mi omisión a su vida como comentarista político y el cambio en el tiempo que sufrieron sus visiones al respecto, desde el socialismo al conservadurismo. Al igual que Michael Shermer, disfruto de su magnífico uso del lenguaje y los interesantes relatos, y si bien tengo opinión política, esta es más bien local – a diferencia de Hitch que conocía bastante de nosotros – y no es mi interés ingresar a un área que no es de mi dominio, mucho menos contaminar estas líneas con un debate que no es mi intención resaltar. Estas líneas son para el racionalista, para el hombre que dijo que ‘lo que puede afirmarse sin evidencia, puede ser descartado sin evidencia’, para alguien de quien mucho podríamos aprender quienes intentamos ser una voz positiva en la difusión de la ciencia y la razón. En una de sus columnas en Scientific American, Shermer señala aludiendo a Hitchens: ‘la utilidad dialéctica de la lógica clara, junto a la prosa elegante (sobre la porción habitual de datos), no puede ser exagerada, y debe ser considerada por los científicos como un instrumento de persuasión en la batalla de las ideas’.

Para concluir, el siguiente video con sus comentarios finales en el debate contra William Demski de seguro reflejan de gran forma el mensaje que siempre quiso proyectar, y bien vale la pena tenerlo en mente.

Dios no es grande Hitch, pero tú sí lo fuiste, y lo serás siempre.