La subjetividad y sus engaños

por | 23 marzo, 2011

“Todo depende del punto de vista”. Lo hemos escuchado hasta el cansancio desde que somos niños y existe una razón para ello: en la mayoría de los casos, es verdad.

¿Es Chile un buen país? Si miras las injusticias sociales, el pobre nivel educacional, los niveles de obesidad, y la dependencia de la economía en materias primas, puedes decir que Chile es un país pésimo.

Pero si eres un poco más optimista, puedes enfocarte en la hospitalidad sureña, la belleza de las ciudades, la responsable política fiscal y todos los recursos naturales a nuestra disposición. Mirándolo así, Chile es un país maravilloso.

Entonces, ¿Chile es bueno o malo? Depende del punto de vista. Yo lo encuentro un muy buen país. Pero eso es porque lo miro desde mi mirada subjetiva. Pero si lo miramos desde una mirada más lógica y desprovista de emociones, Chile no es bueno ni malo. Chile es un país.

El grado de subjetividad con el cual miramos la realidad es inmenso. Y está bien que lo hagamos, ya que no hacerlo es simplemente negar nuestra naturaleza humana. A mí me gusta el rock y a ti te puede gustar el reggaeton, pero a la hora de determinar qué es cierto y qué no, debemos intentar dejar atrás a la subjetividad, dentro de lo posible.

Respetando las leyes de la física

Supongamos que soy un ingeniero y me gustaría hacer un puente entre Valparaíso e Isla de Pascua. Antes de construir ese puente, necesito sacar los cálculos y ver cómo se puede hacer. No hay que estudiar seis años para darse cuenta que la idea es ridícula y que, con los medios disponibles hoy en día, simplemente no es posible construir una estructura de esta envergadura y estas características.

Por más que a todo el mundo le encante la idea, los datos sólo llevan a un resultado: el puente es inviable. No hay vuelta que darle y creo que el hecho de que sea una “buena idea” pueda influenciar a alguien. Ni siquiera el más orate de los charlatanes nacionales estaría de acuerdo con tal proyecto… o al menos eso «quiero creer».

Entonces, ¿por qué el rol de la subjetividad cambia tanto cuando hablamos de algo tan importante como lo anterior en comparación con, por ejemplo, la salud? En el caso anterior, los ingenieros pueden contruir una estructura hasta el punto que las leyes de la física lo permitan. Si ignoran estas leyes, el desastre se avecina.

La diferencia es la percepción. Un puente que se cae es más vistoso que una persona que se muere. Si un puente se cae, siempre se buscará un culpable. Cuando una persona se muere, no.

Es muy difícil saber de quien es la culpa de la muerte de un caballero que estira la pata por un paro cardíaco. ¿Será culpa de los paramédicos que no llegaron a tiempo? ¿Del doctor que lo operó mal? ¿Del hospital que lo hizo esperar por un pabellón? ¿O es culpa del mismo fallecido por no comer sano ni hacer ejercicio? Cada uno tiene una opinión subjetiva.

Considerando todos los factores

Siempre escuchamos ese caso lejano de un efermo de cáncer que se mejoró consumiendo tan sólo remedios homeopáticos, ¿por qué mejoró? Si sólo miramos un caso, la subjetividad entra en acción. Si éste fuera tu padre, creerías en la homeopatía a ojos cerrados.

Pero ¿cómo determinar que fue realmente la homeopatía? Porque si pensamos de esa manera, entonces consideremos otros factores también. Quizás Dios no estaba listo para recibirlo en el paraíso (o Satanás en el infierno, dependiendo de su comportamiento). Quizás fue porque mucha gente rezó por él. O tal vez fueron todas las energías positivas que lo rodearon. Quizás fue un milagro o los alienígenas lo llevaron a su nave en la noche sin que nadie se diera cuenta y lo sanaron. O quizás se mejoró por suerte y buen ánimo y fue una excepción muy rara.

Si vamos a dar un veredicto a partir de un sólo caso, tenemos que postular todas las hipótesis anteriores. Si tu padre se sanó de cáncer y se trató con quimioterapia, las hipótesis anteriores también valen si sólo se analiza ese caso.

Peroeso no sirve cuando hablamos de políticas públicas. Para determinar cuales de los factores son los que realmente funcionan, en la gran mayoría de los casos, debemos confiar en ese “perverso” método científico y en esas tan poco personales estadísticas, que te tratan como un número.

Si te importa saber como funciona la realidad, no hay otra herramienta mejor. La realidad funciona de una manera solamente. Ese puente a Isla de Pascua, en el planeta Tierra, con nuestra presión atmosférica, nuestra gravedad, clima, geografía, los materiales con los que contamos y el conocimiento actual, simplemente no es posible. Así de simple.

Confiando en la ciencia

Confiamos en la ciencia para la gran mayoría de las cosas. Prendemos nuestro computador y la luz de nuestras casas gracias a la ciencia. ¿Viajarías en un avión construido por un sujeto que dice que Dios le ha revelado una forma más segura de volar? Hasta que no lo pruebe con miles y miles horas de vuelo, claro que no.

Si podemos ver eso con claridad y confiar en la ciencia al respecto, ¿por qué no confiar siempre en la ciencia? ¿Por qué confiamos en la ciencia a la hora de entrar a un avión, pero a la hora de tratar un cáncer, dudamos?

Si podemos establecer que la ciencia es confiable en un aspecto, ¿cuáles son los parámetros para desconfiar de ésta en otros? Me puedes decir que no puedes determinar la moralidad ni cuestiones existenciales a partir de la ciencia. Yo digo que es discutible, pero para no entrar en discusiones, te lo concedo.

Pero ese no es el punto aquí. El punto es: ¿confías en la ciencia? Si has entrado alguna vez a un avión por voluntad propia, yo te digo que sí lo haces. Confías en la experiencia y en lo que funciona. Si confías en lo que funciona, confías en la ciencia porque la ciencia se basa en eso: si funciona de verdad, es científico. Si no funciona, no. Es una simplificación, claro, pero así es.

No se puede decir “la ciencia funciona para esto, pero no para esto otro”. No es compatible. La ciencia es una forma de ver la realidad y como funciona el mundo. No soy científico, pero confío en los científicos. No es una cuestión de fe, es una cuestión de confianza y la confianza se gana con experiencia.

El Sol se gana tu confianza todos los días al salir en la mañana. Aguas Andinas se gana tu confianza cuando tienes agua todas las mañanas para ducharte. Chilectra se gana tu confianza cuando prendes el hervidor de agua para prepararte un café para el desayuno. Finalmente, la ciencia se gana tu confianza al permitir que tu ducha y tu hervidor funcionen y al explicar por qué el Sol sale en la mañana.

Puede sonar muy bonito que, por ejemplo, la homeopatía es natural o que las energías vibracionales te sanan sin necesidad de drogas. De verdad, me encantaría que eso fuera verdad. Sanarme con un par de energías o con una aguita que no tiene ningún efecto secundario me parece una idea maravillosa. Pero también me gustaría que ningún niño sufriera jamás en un mundo donde hay arco-iris todo el día y los unicornios corren libres por las praderas. De verdad que sí…

Pero para determinar si algo funciona o no, es esencial saber si tiene alguna base científica en el mundo real. Las cosas no funcionan porque suenan bien, parecen tener sentido o porque escuchaste que le sirvió al primo de tu amigo. Existe un método para determinar qué funciona en el mundo real y no queda otra que confiar en éste y/o intentar mejorarlo.

Cuando el tema es subjetividad, tú escucharás reggaeton y yo me pondré los audífonos y rockearé con mi guitarra invisible. Te encontraré mamón porque te gusta “Glee” y veré “Lost”. Sé muy bien que nunca se puede dejar atrás la subjetividad un 100% ni pretendo hacerlo, pero si quiero entender la realidad, debo al menos intentarlo.

Cuando quiera saber si algo funciona realmente, dejaré que la ciencia lo determine, sin importar lo lindo o feo que pueda sonar o si me gusta o no el resultado.

Si no te gusta ver el mundo real de una manera tan fría, no es necesario. Sólo hazlo a la hora de tomar una decisión importante o para apoyar o rechazar alguna política pública.

Personalmente, soy un gran fan de películas de ciencia ficción. Si quiero despejarme, veo Star Wars un rato, me olvido de mis problemas e ignoro el hecho de que las explosiones no se escucharían en el espacio si se tratara de un documental. El mundo puede ser muy lindo sin necesidad de adornar la realidad. Lo único que necesitas es cambiar la perspectiva, porque recuerda: “depende del punto de vista”.